martes, 14 de diciembre de 2010

Por qué no se caen las casitas de barro de Coro, Patrimonio de la Humanidad?, por José Millet

                                                                                                                                         ¿Por qué no se caen las casitas de barro de Coro, Patrimonio de la Humanidad?
                                                                                                                 José Millet
POLITICA ES PREVEER.

No alcanzo a escribir el poema que me dicta el deber desde hace tres días en que he visto derrumbarse, gota a gota del barro milenario, la casa de barro donde estoy viviendo. Ubicada en el corazón de Coro,  ciudad junto con el puerto La Vela de Coro, inscrita (1993) por la UNESCO en su lista famosa de Patrimonio de la Humanidad en virtud de constituir el patrimonio arquitectónico edificado en barro con el estilo más original y característico del Caribe, además de por sus valores de patrimonio histórico. No he logrado escribirlo porque estoy bajo el trauma de haber visto venirse abajo muchas de esas casas que han sido y son íconos para la identidad regional, mucho tiempo enorgullecida de su amada ciudad mariana. Por tanto, levanto la vista ante el panorama de las lluvias que nos han bañado el rostro desde hace más de dos meses y me dispongo a comenzar este texto, continuidad de uno mayor publicado en la web, como un Cuaderno de Avances del Atlas Etnográfico cultural del Estado Falcón-Venezuela, en que venimos trabajando desde el Centro de Investigaciones Socioculturales que fundé y dirijo desde hace más casi seis años en el Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF)... Pero estas son reflexiones y afirmaciones para la discusión, enfocadas a un futuro trabajo asentado en una investigación de campo más rigurosa. Para mí está claro que Coro logrará mantener su condición patrimonial, si se toman las medidas que debieron adoptarse desde hace muchos años, cuando varios prestigiosos intelectuales, luchadores sociales tanto de Coro como de La Vela y también periodistas alertaron sobre lo que se nos podría venir encima si se dejaba que las situaciones que apuntaban desde mediados de los ochenta del siglo pasado siguieran su curso inexorable, según ha sido reflejada en la prensa regional estos días de crisis en rememoración de dichas advertencias. 

Mientras la Musa termina sus quehaceres en su Taller reservado a transmitirnos la verdad poética, adelanto unas breves notas para intentar responder la pregunta que le da título la presente comunicación. Al cabo de vivir alquilados en  la referida casa de barro de la calle  Monzón número 69, entre Ampíes y Callejón Silva,  he sostenido entrevistas con artesanos y Maestros del Barro, con los poetas César Seco y Benito Mieses, con el bachiller Mario Aular,  cronista del barrio La Guinea- Curazaito donde estuve viviendo un tiempo prolongado y al que le he dedicado buena parte de mis estudios de este último quinquenio...y  la mayoría de mis interlocutores coincide en señalar que Coro es una ciudad de casas deshabitadas por sus dueños, que viven en Caracas, en otros Estados o fuera de Venezuela, poniéndole con su ausencia el aderezo indispensable para que se sitúen en riesgo de venirse al piso, por falta de ese elemento humano con que el barro se siente a plenitud de vida: el calor humano. La gente del barrio con que convivo en solares (sitios de recreación popular ubicados en casas de familia) y lunes de Bar Garúa, dicen que para el pensamiento oficial Patrimonio es el espacio abarcado por los límites de "cuatro calles" (sic)-- correspondiente al cacareado paralelógramo UNESCO-- ubicadas en el mal denominado "casco histórico" de la ciudad, donde se invierte el recurso aprobado por el Ejecutivo nacional o regional, más el que supuestamente viene del exterior o de organismos internacionales, para mantener las casas de la antigua godocracia coriana sin ningún interés por parte de ésta en que no sea mantener bien una propiedad personal, tal vez de caras a que engorde su valor monetario con los altibajos de la oferta y la demanda y obtener pingues ganancias en una venta futura. En estos días de luto por la cantidad de casas de barro que se han derrumbado en esta ciudad que amo a consecuencia de las prolongadas e intensas lluvias, el escritor y pintor Benito Mieses me habló de la capital del Estado Falcón  en términos de una "ciudad fantasma..."

La casa referida que habitábamos, perteneció a la familia del célebre periodista coriano Gonzalo Márquez Yánez, y nos cuenta una de sus hijas que es su titular actual, que fue construida hace más de cien años por un Maestro Artesano del barro, que falleció hace poco más de 20 años. Me arriesgo a adelantar que se derrumbó por los siguientes motivos: 1.- Principal: el vecino de la casa contigua construyó un muro de bloques de cemento, dejó un pasillo de unos centímetros entre las dos casas por donde penetró y penetra el agua a la casa nuestra, intensificada durante estas últimas semanas, socavando la bases que hizo venirse abajo la estructura, muros del zaguán de entrada, de la saleta principal, afectó el dintel de la sala y las restantes paredes, cinluida la habitación dormitorio donde yo tenía mi “nido de amor” y de estudio ; 2.- Falta de mantenimiento preventivo y de reparación eficaz y oportuna por parte de los organismos oficiales, como el IPC, encargados de esta importante función; 3.- Falta de conocimiento de sus propietarios, herederos del mencionado periodista, de los saberes del barro, lo que los llevó a ponerse en manos de artesanos que hicieron trabajos de reparación chimbos (mal hechos) poco antes de nosotros mudarnos a ella 4.- La vivienda permaneció cerrada cerca de año y pico, después de la muerte de la madre de la especialista en Medicina Integral General, Dra. Rebeca Véliz, familiar suyo que la habitaba en compañía de una sobrina; 5.- Los techos fueron acomodados mal durante la última "reparación" de la cual tomamos registro gráfico, lo que provocó filtraciones al maderamen y a la estructura de cañizo, que hizo desprender el pañote  del techo y filtrar las estructuras de bloques de adobe con que están construidos las paredes...

Esta causal de los vecinos cercanos que construyen pasillos entre casas contiguas por donde se filtra el agua, se repite en varias viviendas visitadas, como la de mi vecino, el actor de teatro y cine Alfredo Medina, quien acomete hoy con dinero de sus aguinaldos la reparación de las nefastas consecuencias acarreadas por esta situación irresponsable agravada por el mal tiempo, igual que lo está haciendo la mencionada médico de Barrio Adentro que nos alquiló su vivienda. Pero la cosa suele complicarse al extremo de tratarse de inmuebles que son íconos de la cultura de la región coriana y de toda Venezuela, como es el caso de la Casa de la Poesía de Falcón, situada en la calle Comercio entre Garcés y Buchivacoa. Es bueno decir que esta institución pertenece al Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF), fue legalizada en el 2002 como una Fundación durante el gobierno del Lic. Jesús Montilla y es fruto de una dura y prolongada lucha de los poetas y escritores del patio, liderados por el entrañable hermano, poeta y narrador, César Seco y lleva el nombre de uno de los intelectuales de más renombre nacional: José Rafael Álvarez, autor de la novela Cita con duendes. La Casa además de ha sido sede de 7 ediciones de la Bienal Internacional Elías David Curiel, a las que han asistido los escritores más representativos de las letras venezolanas de hoy en día...

Los escombros de la casa de al lado que se derrumbó están minando los cimientos de esta venerable institución cultural que posee una biblioteca de literatura regional y los fondos de la poetisa revolucionaria Lidda Franco Faría, entre otros no menos valiosos documentos. Uno de los muros caídos en la casa de al lado está hiriendo el lateral de la Poesía...En fin, echemos un vistazo a las gestiones hechas al Instituto de Patrimonio Cultural y ante otros organismos para que tomaran cartas en el asunto en el momento oportuno en que el problema se empezaba a manifestar: se repite la historia de la desidia de los organismos que no dan respuesta o guardan el silencio cómplice desde sus poltronas burocráticas, a pesar de las innumerables gestiones que se han hecho desde hace varios años, según documentos que obran en archivo y el testimonio del propio César Seco, según lo he podido comprobar "en vivo y en directo": ¿dejaremos morir otra institución cultural más?

Esperemos que la Casa de la poesía no corra la misma suerte del Museo de Arte Alberto Henríquez, incluida la habitación donde funcionaba la sinagoga...; de lo que quedaba del antiguo Ateneo de Coro (no la sede del actual); de las sedes de los registros subalternos y del Archivo Histórico Regional, bajo la custodia de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, seriamente dañado y con riesgo de que su valiosa documentación la perdamos para siempre... Mientras, seguimos insistiendo ante los mencionados entes que nos dicen que van a ir mañana y ni envían un mensaje de texto para excusarse o dar una explicación... 

Basado en los estudios que estamos realizando desde hace varios años y los contactos diarios con los Maestros Artesanos de Coro, hace unos días señalé en la entrevista que me hicieron comunicadores de periódicos locales que no existe una verdadera Escuela de Estudios Superiores enfocados al barro, a la transferencia de los saberes ancestrales heredados por el reducidísimo número de estos Maestros Artesanos que nos quedan en la ciudad y en el Estado. Si bien el Instituto Universitario Tecnológico Alonso Gamero (IUTAG)  y la Escuela Taller de oficios han venido dándole seguimiento a estos estudios, lo hacen de manera desarticulada, igual que otros centros de educación universitaria; no existe la real transferencia de estos saberes de los mayores a los artesanos y quienes habitualmente reparan estas casas lo hacen sin este nivel de dominio de experiencia y calificaciones técnicas. En nuestras entrevistas con Maestros y artesanos del barro, lo hemos comprobado fehacientemente desde hace varios años, tal y como lo hemos publicado en la web y lo tenemos preparado en el cuaderno de Avances del Atlas Etnográfico del Estado Falcón dedicado al tema. Se carece, o al menos es incompleta en su aplicación, de una política de atención a las casas de barro de los barrios y las urbanizaciones donde este tipo de construcciones son predominantes. Hay que preparar, desde el punto de vista pedagógico y de acciones prácticas pautadas en un Plan Maestro con su correspondiente cronograma, a la sociedad organizada en consejos comunales acerca de esta temática, en coordinada interacción entre las escuelas desde el nivel elemental hasta el universitario y los padres y representantes de los educandos.

Queda por responder la pregunta: ¿por qué no se han caído la mayoría de las casas de barro de Coro? Por varios motivos, como por el cariño de sus moradores, dueños o no, que están atentos a los detalles por donde se cuela el diablo, quienes han seguido dándole mantenimiento preventivo y le aplican los correctivos a sus casas tan pronto como aparecen o son visibles  síntomas de deterioro. El amor a sus bienes patrimoniales les pone el calor que el barro exige para mantenerse vivo y ser parte de la familia que lo usó para construir un espacio de intimidad y dedicación consecuentes. Al convertirse en parte del patrimonio transmitido de generación en generación, esos saberes ancestrales son usados convenientemente en los ciclos pluviométricos conocidos, según nos lo hizo patente Mario Aular, quien nos aleccionó largamente acerca del proceder de su padre con la vivienda patrimonial que resistió el embate del tiempo y de las inclemencias de la Naturaleza, sin que sus estructuras cedieran. Como esa casa ubicada en un barrio humilde de Coro, hay miles en el resto de la ciudad, en sus parroquias foráneas y en el Estado Falcón en su conjunto, donde predominan...

Mas la clave de la respuesta a esta importante pregunta debe ser buscada no en Coro, sino en el campo y ubicarla en tiempos de la existencia de Curiana, antes del arribo a ella de los conquistadores españoles y alemanes que terminaron por someter a gran parte de la población originaria que la habitaba, causando en cierta medida el exterminio físico de algunos grupos y comunidades étnicas; en el caso en que lograron su sometimiento, alteraron sustancialmente su modo de vida y muchos otros ámbitos y esferas de la vida espiritual pasados por alto por la mayoría de los historiadores que se han ocupado de la temática. Curiana abarcaba un vasto territorio continental y se extendía más allá de él, hasta incluir territorios insulares cercanos; la mentalidad predominante entre sus moradores era la propia del “hombre natural”, es decir, del ser humano que vivía en armonía con la Naturaleza, en estrecha relación con las fuentes esenciales de producción material, como la Tierra, las fuentes de agua y el resto de los seres vivos. Se carecía del “conocimiento” en el sentido de la técnica propio del hombre euro-occidental; más bien ésta en todo caso existía ligada al conjunto de saberes extraídos de la observación cuidadosa y sistemática del ciclo de los astros, el estudio del universo y la aplicación de sus resultados a la vida cotidiana.

Por una parte el exterminio de parte de la población originaria, el mestizaje étnico y cultural que se produjo entre los denominados “pueblos indios“ y los africanos traídos aquí en condición de esclavos más la población europea, acarrearía cambios que a menudo no han sido estudiados con el rigor que impone la investigación científica. La emergencia de una nueva clase social en Abihayala denominada burguesía criolla obligaría a los trabajadores empelados en la construcción de edificaciones, viviendas y viales a ajustarse a las normas impuestas por la racionalidad que se abriría paso desde los centros hegemónicos de Europa: no olvidar que la fuerza de trabajo compuesta tanto de indios,  como de africanos y mestizos tendrían que ajustarse a los planes pautados por sus dueños o patronos. Estos cambios no afectaron radicalmente los patrones de adaptación al medio ambiente de las construcciones que ellos les hacían por encargo en la vasta geografía rural y prueba de ello es la cantidad de obras que han resistido y resisten los cambios metereológicos y climáticos que datan de aquellas etapas iniciales del Nuevo Mundo, pero al expandirse la urbanización la situación variaría.

En efecto, en el campo perduraría por largo tiempo—incluso hasta alcanzar el presente—los saberes ancestrales y los conocimientos y técnicas derivados de ellos, conjunto que sigue aplicándose en las construcciones rurales y es lo que explica que, pese a la permanente o relativa humedad así como a las frecuentes lluvias que suelen rodearlas, esas construcciones no se dañen sustancialmente ni mucho menos se vengan al suelo, incluso en situaciones excepcionales como las experimentadas en el momento en que estamos escribiendo esta nota. Al avanzar la urbanización y los espacios antes pertenecientes al campo convertirse en civiles, cambió la mentalidad de las familias, los vecinos e incluso de la fuerza de trabajo empleada en la construcción y en el mantenimiento de lo edificado…ese es el segundo y más decisivo cambio experimentado por el patrimonio cultural heredado de generaciones en generaciones. La ruptura de eslabones sensibles de la cadena de saberes ancestrales provocó un impacto que todavía estamos obligados a evaluar y calcular para que no se repitan catástrofes como la que hemos visto actualmente, donde los pueblerinos habitantes de coro, La Vela y de tantos otros asentamientos humanos se han visto incapacitados de dar respuesta al deterioro progresivo, el agrietamiento y la consecuente caída de muchos de sus inmuebles, edificios y construcciones auxiliares.

El presente constituye un tema sobre el cual seguiremos reflexionando y escribiendo, con la intención de suscitar una discusión productiva para todos, en razón de que, de no introducirse los cambios en este momento, los daños serán realmente irreparables en un futuro inmediato.

De las situaciones extremas, como la que estamos atravesando en nuestro Estado, hay que sacar experiencias positivas, una de ellas se refiere al patrimonio edificado en barro y los saberes que atesoran los mencionados Maestros, quienes están siendo atendidos últimamente por los los organismo oficiales encargados por ley del asunto, pero el tiempo ha pasado y la muerte ronda en cualquier esquina. hay que hacerlo sistemáticamente y usarlos como docentes para que formen facilitadores que preparen a la sociedad en el uso adecuado del barro, visiten las escuelas, preparen a los educandos en los valores que entraña este patrimonio en riesgo de perderse definitivamente si no adoptamos oportunamente las acciones contundentes en el momento oportuno, no en medio de la tormenta que se nos ha echado encima. Espero que nuestro cuadernos de Avances del barro al fin halle algún oído receptivo para que sea publicado y llevado a las escuelas y familias corianas,  de todo el Estado y Venezuela; mientras, puede ser consultado en la web, donde lo colocamos hace mucho, mucho tiempo.

Coro, 2010.XII.14